Aunque no nos guste decirlo es cierto que existen niños mentirosos, pero antes de hacer esta afirmación debemos diferenciar entre fantasía y mentira.
La fantasía es una invención o modificación de la realidad, pero a diferencia de la mentira, el niño cree en esa realidad.
Las mentiras son alteraciones de la realidad o invenciones que se hacen con intencionalidad.
Hasta los 6-7 años aproximadamente no debemos considerar que un niño tiene intención de mentir, puesto que todavía se están desarrollando las funciones cognitivas necesarias para llevarlo a cabo.
Hay varias razones por las que se pueden dar las mentiras, pero debemos empezar por descartar que se deban a algún tipo de trauma o trastorno mental.
¿Qué podemos hacer para evitar las mentiras?
- Lo primero es intentar averiguar y comprender el motivo que le ha llevado a hacerlo.
- Dar ejemplo. Los niños aprenden a través del ejemplo, es difícil que comprendan por qué en un caso está bien y en otro no, o por qué tú sí y ellos no.
- Explicar las consecuencias que pueden tener sus mentiras y el por qué está mal mentir.
- Recompensar la sinceridad (no de forma material, sino afectiva).
- Mantener una comunicación abierta y cercana con los niños donde se sientan escuchados, comprendidos y respetados.
Si no conseguimos hacer frente al problema, lo más conveniente es pedir ayuda profesional, tanto a nivel de asesoramiento para los padres como terapéutico con el niño en caso de ser necesario.
¿Os habéis visto envueltos en una situación como la descrita? ¿Cómo lo habéis resuelto?